lunes, 25 de agosto de 2014

En la cocina

Se recordaba a ella misma hace unos años, en la cocina de la casa con su madre,charlando sobre los difícil, extraña , a ratos ajena, que le resultaba la vida junto a la de su marido.

Recordaba que ,cuando hablaban sobre estos temas de familia, ella casi siempre le acusaba de no haber sido mas valiente en el pasado y de ponerse en su sitio como es debido, de no ceder a convertirse en el ama de casa que de joven se había negado a ser.

Esas cosas de su madre le molestaban mucho, el remache de lo pasado era muy cansado, poco se podía hacer para cambiar el pasado.

En aquel pasado continuo, su madre cocinaba todavía para 4 adultos mal airados, cuidando de ellos mañana,tarde y noche sin apenas rechistar.

Le contaba su madre, haciendo un esfuerzo para salvaguardar del juicio critico de su escrupulosa hija, una por aquella entonces desconocida timidez.
Que se le pasó muy pronto la ilusión romántica de estar casada, como se disipan las burbujas al descorchar una botella de buen de champán que luego se guarda en la nevera para cocinar.

Decía, que se casó con el corazón enamorado y todo aquel castillo construido a base de novios de verano y besos furtivos,se le vino abajo tan inesperadamente algunos días después de que su marido intentara domesticar su voluntad.

Le contaba su madre,que nunca le había sido fácil desvelar estas historias añejas, primero, porque enseguida se le formaba en los ojos el velo translucido de la nostalgia del no pudo ser en forma de cristalina liquidez y segundo, porque sus hijos, decía ella, nunca supieron encajar aquellos momentos deslucidos y retazos de convivencia familiar con frases como ,"¿a cuento de qué sueltas eso ahora, mamá?",

Pero allí estaba su madre, frágil como una niña pequeña que confiesa con la boca sucia haber comido chocolate a escondidas y sin embargo, aguerrida como un titán admitiendo que su vida no acababa de convencerla de ninguna manera.

Faltaría a su integridad como hija, y como esposa, si admitiera que cada palabra soltaba por boca de su madre acerca de como recomponer o cambiar su vida en el presente fueran inapropiadas.

"No es fácil, seria como negar todo lo lo que he sido", incluyéndose a ella como hija y por definición a toda su vida.

Y ahora, después de tantos discursos vanos, se veía allí, tan lenta como la noción del tiempo, secuestrada por la memoria selectiva, le permitía, en aquella cocina, recriminando a su madre el poco coraje para con su existencia, mas por el dolor infantil que le provocó tanta discusión entre sus padres, que por la falta de valor para aceptar una posibilidad de felicidad ,cuando a ella le estaba ocurriendo lo mismo.

Desde fuera, la perspectiva de todo lo observado es posible que no sea tan clara y diáfana, que la verdad absoluta,aunque parezca ser el más firme estandarte de alguna avezada hueste avariciosa y empeñada en sitiar la realidad, nunca llega como se la espera.


Ese consejo, ese creer saberlo todo mal dado, esa venenosa ponzoña que se cree ofrecer sin malicia, no es mas que la sombra de una difusa y precaria conjetura, una mala simiente esparcida por la retahíla de las propias vivencias o pensamientos que no valen para nadie, a veces, ni siquiera para uno mismo.

30 años tuvieron que pasar para que esa chica, la mala ama de casa que no le gustaba ser,la que no quería parecerse a su madre ni en pintura, tuviera que ver a diario como esa mujer y todo lo que ella significaba, se pegaban a su piel como el sudor en verano, mirándola con los mismos ojos que ella miraba y que cada día se parecían mas.

Pedía a todos los dioses del Olimpo no ser la destinataria algún día del mismo mal fario que le convirtió en tan nefasta consejera y horrible oráculo errado, si llegado el caso, sus propios hijos hicieran lo mismo con ella.

Pero nunca, en ningún otro momento, pudo decir que quisiera tanto a su madre, como en el mismo instante en que se dió cuenta de que ella, tan lista, tan resuelta y con consejos para todos, sufriera de una importante ceguera vital que la impidió reconocer su sangre teniéndola tan cerca.
Nadie le dijo que fuera fácil querer a los suyos, pero al menos, debió insistir mucho mas aquel día.

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