martes, 13 de noviembre de 2012

En la cocina

Se recordaba a ella misma hace unos años, en la cocina de la casa con su madre,charlando ambas sobre los difícil, extraña , a ratos ajena, que le resultaba la vida junto a la de su marido.

Recordaba que ,cuando hablaban sobre estos de temas de familia, ella casi siempre le acusaba de no ser mas valiente y ponerse en su lugar, de no ceder a convertirse en el ama de casa que de joven se negaba a ser.

En aquel pasado continuo, su madre cocinaba todavía para 4 adultos mal airados, cuidando de ellos mañana,tarde y noche.

Le contaba su madre,haciendo un esfuerzo para salvaguardar del juicio critico  de sus hijos, su  por aquel entonces desconocida timidez, que se le pasó muy pronto la ilusión de estar casada, como se disipan las burbujas al descorchar una botella de  buen  de champán que luego se guarda en la nevera para cocinar.

Decía, que se casó con el corazón enamorado y todo aquel castillo construido a base de novios de verano,se vino abajo algunos  días después de  que su marido intentara domesticar su voluntad.

Su madre, contaba, no había encontrado  fácil relatar estas historias, primero, porque enseguida se le formaba en los ojos el velo translucido de la nostalgia en forma de telilla luminosa y segundo porque sus hijos, decía ella, nunca supieron entender aquellos momentos de ,"¿a cuento de qué sueltas esto ahora mama?", retazos de historia familiar.

Pero allí estaba su madre,frágil como la niña pequeña que confiesa haber comido chocolate a escondidas y sin embargo, aguerrida como un titán admitiendo que su vida no acababa de convencerla.

Faltaría a su integridad como hija si admitiera que cada palabra soltaba por su boca para  su madre acerca de como intentar cambiar su vida fueran apropiadas.

"No es fácil, seria como negar todo lo lo que he sido",incluyendo a sus hijos y toda su vida.
Se veía allí,ahora torpe con la noción del tiempo, en aquella cocina recriminando a su madre el poco coraje para con su existencia, mas por el dolor egoísta que obtuvo con tanta discusión entre sus padres, que con la posibilidad de la propia felicidad maternal.

Desde fuera, la perspectiva de todo lo observado se vuelve clara y diáfana, la verdad absoluta parece ser el mas firme estandarte de alguna avezada hueste avariciosa empeñada en  sitiar la realidad.

Ese consejo,ese aliento mal dado, esa venenosa ponzoña que se cree ofrecer sin malicia, no es mas que la imagen de una difusa y precaria conjetura, una mala simiente esparcida por la retahíla de las propias vivencias o pensamientos.

30 años tuvieron que pasar para que esa chica, la mala ama de casa que no le gustaba ser, tuviera que ver a diario como su madre se pegaba a su piel, mirándola con los mismos ojos que parecían los suyos.

Pedía a todos los dioses no ser la destinataria de la misma mala suerte que la convirtió a ella en tan mala consejera y nefasta visionaria.

Pero nunca, en ningún otro momento, pudo decir que quiso tanto a su madre,como en el mismo instante en que se dio cuenta de que ella, tan lista, resuelta y con consejos para todos, sufriera de una inusitada ceguera vital
Nadie dijo que fuera fácil, pero al menos,debió insistir mas.

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